El actual ajedrez bélico

12.05.2023

Este articulo es nuestro intento de analizar los principales actores que están en guerra en Ucrania. Con tal de hacerlo, recurriremos a la metáfora del “ajedrez geopolítico” utilizada por Zbigniew Brzezinski. Por supuesto, consideramos que tanto el territorio ucraniano, como la misma Rusia, son un espacio donde se está produciendo una confrontación geopolítica de carácter global. Kiev, como lo han comprendido muchos actores, no es un actor independiente, sino una herramienta en manos del globalismo usada en contra de Rusia. Entendemos muy bien que el uso de cualquier metáfora, como la del “ajedrez”, tiene sus limitaciones y simplificaciones, no obstante, nos puede ayudar a comprender lo que está sucediendo y en ese sentido resulta valiosa a la hora de hacer un análisis.

Una partida apocalíptica

Todo esquema es una simplificación de la realidad que tiene como objetivo poner de relieve ciertas tendencias subyacentes o explicar el carácter real de muchos movimientos actuales. En estos momentos estamos viendo una guerra abierta entre Rusia y el Occidente colectivo, donde cada actor tiene objetivos geopolíticos opuestos. Rusia será designada como las piezas de ajedrez blancas, mientras que el Occidente colectivo será las piezas de ajedrez negras. La influencia de las piezas de ajedrez se distribuye por todo el tablero de juego, aunque cada una de estas piezas tiene su propio plan, lógica, estrategia y objetivos que alcanzar. Tanto las piezas blancas como las negras ven limitadas sus acciones debido a los movimientos de las piezas aliadas o de sus adversarios. En este sentido, consideramos que existen tres bandos al interior de las piezas de ajedrez blancas y negras que influyen en centros de decisión secundarios, grupos de análisis, expertos, redes de influencias, etc., con tal de librar esta guerra. Debido a que este entramado es bastante complejo se podría decir que el juego de ajedrez geopolítico que se está librando en Ucrania podría salirse de control y convertirse rápidamente en la Tercera Guerra Mundial. El conflicto en Ucrania no sería sino la primera fase de una guerra a mayor escala. En caso de que este escenario no se produzca, es posible que los jugadores de esta partida terminen por causar grandes desastres a nivel mundial que a su vez causarán nuevos conflictos. Cada movimiento de los jugadores en el tablero de ajedrez geopolítico va encaminado a que se produzca el Armagedón, por lo que existe la probabilidad de un choque nuclear directo entre Rusia y la OTAN: las armas nucleares serán el telón de fondo alrededor del cual girará el conflicto en Ucrania (Rusia occidental). Estamos viendo ante nuestros ojos un verdadero ajedrez apocalíptico.

Las piezas de ajedrez negras

Existen tres facciones al interior de las piezas de ajedrez negras que no son simétricas entre sí, pero que influyen en distintos grados en la actual confrontación geopolítica. Más o menos son las siguientes:

1.      Los partidarios de la victoria total e inmediata sobre Rusia.

2.      Los partidarios de la victoria parcial sobre Rusia.

3.      Y los indiferentes frente a Rusia.

Las dos primeras facciones representan a las élites atlantistas que hoy dominan los Estados Unidos y la Unión Europea. Ambas facciones tienen el mismo objetivo de crear un Gobierno Mundial, pero difieren en la velocidad y la estrategia para alcanzar tal objetivo. Los partidarios de la victoria total sobre Rusia están comprometidos con la unipolaridad, la ideología liberal y el mantenimiento de la hegemonía occidental a toda costa. Los partidarios de la victoria parcial también están comprometidos con esta agenta, pero representan una facción distinta y creen que se deben usar otros métodos y estrategias para alcanzar semejante objetivo.

Los partidarios de la victoria total e inmediata sobre Rusia

Los globalistas más radicales insisten en que es necesario aprovecharse de la situación actual y la debilidad manifiesta de Rusia en la guerra en Ucrania (ellos creen que “Rusia simplemente ya ha sido derrotada”) para ponerle fin al asunto y lograr una victoria incondicional sobre su adversario. Después de alcanzar la victoria, se usarán todos los métodos disponibles para provocar un caos sangriento que provoque el colapso de la Federación de Rusia y de ese modo fracturarla alrededor de todas sus fallas estructurales sociales, étnicas, religiosas o territoriales. Esta facción es representada por los servicios de inteligencia británicos aliados con los neoconservadores estadounidenses (Kagan, Nuland, Kristol), el Pentágono y la CIA. Tal facción considera que Rusia es extremadamente débil y está a punto de desmoronarse: el estancamiento en el frente de guerra, la indecisión o aplazamiento de la movilización general por parte de sus líderes, la tolerancia frente a la oposición política y las expresiones antibelicistas de las élites rusas, la confusión que reina al interior de los mandos militares y la sociedad, la caída del PIB debido a las sanciones y la imposibilidad de sustituir las importaciones, la ausencia de una ideología coherente o el hecho de que no existe una voluntad estratégica clara a la hora de obtener la Victoria, son signos de que Rusia se encuentra a punto de caer por un abismo y lo único que se necesita es empujarla con firmeza hasta que se precipite por él. Todo esto ha llevado a los partidarios de la victoria inmediata sobre Rusia a realizar toda clase de acciones destinadas a causar el caos: ataques terroristas dentro del territorio ruso, asesinatos, bombardeos, uso de drones con tal de atacar objetivos civiles y militares en los antiguos y nuevos territorios incorporados a Rusia, como, por ejemplo, el atentado contra el Nord Stream 2 o la destrucción del puente de Crimea. Además, esta facción de las piezas de ajedrez negras es una defensora acérrima del régimen títere de Kiev, al cual suministra todo tipo de armas, proyectiles de uranio empobrecido, dándole también información sobre posibles objetivos estratégicos para llevar a cabo ataques terroristas en las ciudades rusas, radicalizando a la oposición interna dentro de nuestro país y abogando por un levantamiento armado, la formación de escuadrones paramilitares rusos, etc., que terminen por deponer al actual gobierno.

A esta facción no le interesa ningún cese al fuego con Rusia, pues considera que los rusos han caído en una trampa y ahora que el oso se encuentra herido es necesario matarlo de una vez por todas. Es por eso que los partidarios de la victoria inmediata sobre Rusia alimentan las hostilidades recurriendo a todos los medios y armas estratégicas a su disposición. Por otro lado, esta facción de las piezas negras de ajedrez asegura que Putin nunca usará las armas nucleares de Rusia y descarta que el uso de armas nucleares tácticas sea fatal para Occidente. Todas las amenazas de uso de armas nucleares por parte del gobierno ruso no son más que simple fanfarronería porque un régimen político sin una ideología clara es incapaz de recurrir a ellas. Esta facción también utiliza estrategias en red, realiza campañas en internet y recurre a la ingeniería social aprovechándose de la falta de control de los medios de comunicación e Internet por parte del gobierno ruso. Han lanzado operaciones psicológicas que buscan provocar el miedo entre la población utilizando redes sociales como Telegram, que son consideradas por muchos como “neutrales” u “objetivas”. Sin duda, los partidarios de la victoria inmediata sobre Rusia desempeñarán un papel fundamental en la contraofensiva lanzada por Kiev, siendo sus principales instigadores. Su objetivo es lograr lo más rápido y brutalmente posible la destrucción de Rusia, lo que incluye el uso de ataques con misiles y terroristas sobre Moscú.

Los partidarios de la victoria parcial sobre Rusia

La segunda facción en este enfrentamiento son los partidarios de una victoria parcial sobre Rusia. Esta facción difiere ligeramente de la primera en varios análisis y objetivos con respecto a Rusia, sin embargo, al igual que los partidarios de la victoria inmediata considera que nuestro país “ya ha perdido la guerra” al ver el éxito que han tenido los ataques de Kiev sobre Ucrania Central, Járkov y Odessa, el estancamiento del frente del Donbass, el aislamiento de Rusia debido a las sanciones económicas impuestas por Occidente, la indecisión de Moscú a la hora de realizar reformas patrióticas, etc… Todo esto los ha llevado a considerar que sus objetivos mínimos se han cumplido, especialmente la reunificación de los países europeos alrededor de la OTAN y el refuerzo de la influencia de Estados Unidos sobre ellos. Es por esa razón que consideran que ha llegado la hora de trasladar este conflicto a un escenario de larga duración, pues mientras más tiempo se mantenga el “statu quo” del mundo significa que más se debilitará Rusia: el efecto negativo de las sanciones, sumado a la incapacidad de sustituir rápidamente las exportaciones o el creciente número de víctimas fruto de la guerra mina la confianza del pueblo ruso en el gobierno y terminará por causar la caída de Putin como si se tratara de una fruta madura. De hecho, para los partidarios de la victoria parcial sobre Rusia la guerra “ya ha sido ganada” y Ucrania no es más que un peón sacrificable en este ajedrez geopolítico con tal de mejorar la posición global de Occidente. Uno de los principales representantes de esta posición es el general Mark Milley, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos.

Ahora bien, los partidarios de la victoria parcial sobre Rusia desean su derrota total, pero de forma gradual y prolongada. Es por eso que promocionan conversaciones de paz, aunque en términos desventajosos para Rusia y solo después de un prolongado período de guerra que sin duda debilitará lo más posible a los rusos. Por otro lado, esta facción no está segura de que Putin, en caso de que las tropas ucranianas invadan Rusia, no haga uso de armas nucleares, tanto tácticas como estratégicas, para conservar su poder. Esto último es un riesgo que no están dispuestos a correr. Además, si ya se ganó la guerra, ¿por qué arriesgar el futuro del mundo por un objetivo que se alcanzará tarde o temprano? Esta es la posición oficial de Biden y de la mayor parte de su administración, exceptuando, claro está, a los neoconservadores más intransigentes. Esa es la razón por la cual los medios oficiales controlados por la Casa Blanca niegan enfáticamente su participación en los atentados terroristas que suceden en Rusia, además de las explosiones del Nord Stream 2 o la escalada general del conflicto. El hecho de que esta facción culpe de todos estos hechos a Kiev debe entenderse como una figura retórica para desembarazarse de cualquier responsabilidad. No obstante, la realidad es la siguiente: los partidarios de la victoria parcial sobre Rusia consideran que los responsables reales de todos estos acontecimientos son los partidarios de la victoria inmediata. Esto nos lleva a la siguiente pregunta: ¿Cuál es la relación entre estas dos facciones? No es una pregunta fácil de responder. Sin duda, ambas facciones tienen el mismo objetivo de derrotar a Rusia, evitar el nacimiento de la multipolaridad y preservar la hegemonía del Occidente globalista. Claro, comparten algunos aspectos y estrategias, pero deben ser considerados como dos actores diferentes: tienen visiones y agendas muy distintas, además de que no existe una jerarquía entre ellos, siguiendo caminos y utilizando métodos muy distintos. De hecho, el equilibrio entre estas dos facciones cambia constantemente, dependiendo de cuál de las dos sea más fuerte en un determinado momento. Es precisamente aquí donde la metáfora del ajedrez nos ayuda a entender este fenómeno: cada pieza intenta cumplir sus objetivos obedeciendo su propio código. Una de estas facciones busca la aceleración y la escalada del conflicto despreciando cualquier regla, mientras que la otra se toma las cosas con cautela, manteniendo el control sobre la situación y prolongando todo lo posible los acontecimientos, confiada en que los resultados que obtenga (como el colapso de Rusia como polo soberano) llegaran tarde o temprano debido al curso objetivo de los acontecimientos, aunque, por supuesto, el Occidente colectivo debe hacer todo lo posible porque esto último suceda.

Los indiferentes frente a la victoria de Rusia

Entre las piezas de ajedrez negras existe una tercera facción que es mucho menos influyente que las otras dos y que es incapaz de controlar el curso general de los acontecimientos. Sin embargo, no podemos descartarla. Se trata de las fuerzas políticas estadounidenses que no identifican los intereses de su país con los del globalismo y que no siguen las teorías geopolíticas atlantistas según las cuales el principal objetivo de la civilización del Mar anglosajona es derrotar a la civilización de la Tierra eurasiática representada por Rusia. Estos partidarios de la indiferencia frente a Rusia hacen un análisis pragmático de la situación, considerando que los rusos no amenazan los intereses nacionales, tanto militares como económicos, de los Estados Unidos. Ellos rechazan la ecuación “Estados Unidos=globalismo, hegemonía mundial y liberalismo” que siguen las otras dos facciones, por lo que no apoyan a Ucrania. Para los indiferentes frente a Rusia los Estados Unidos no tiene por qué librar esta guerra en nombre de los intereses privados de los globalistas y los países europeos de la OTAN, junto con todo su corolario de prácticas rusofóbicas. Esta es la posición sostenida por el expresidente estadounidense Donald Trump, quien ha prometido que, en caso de ser reelegido, sacará a los Estados Unidos de la guerra en Ucrania, posición bastante realista. Una vez abandonadas las consignas del Occidente colectivo y su partida geopolítica contra Rusia, Estados Unidos deberá pasar a resolver problemas más urgentes, como su competencia económica con China, su crisis financiera, la inmigración, etc.

Esta facción sin duda es la más débil entre las piezas de ajedrez negra y tiene una influencia bastante limitada, pero a medida en que se aproximen las elecciones presidenciales de Estados Unidos del 2024 su poder podría aumentar significativamente. Incluso es probable que los republicanos, con tal de oponerse políticamente a Biden, terminen por adoptar esta posición con respecto a Ucrania. Por supuesto, esta facción no simpatiza con Rusia, pero su ascenso podría reducir drásticamente las tensiones y el escalamiento del conflicto. Por supuesto, no todos los republicanos apoyan esta lógica, especialmente los neoconservadores, pero como la guerra en Ucrania se encuentra fuertemente asociada a la política exterior de Biden y los demócratas, resulta imposible que al interior del Partido Republicano se defienda tal idea. Lo más seguro es que para el otoño del 2023, en caso de que Rusia logre contener la actual ofensiva ucraniana, la facción de Trump y compañía aumentará su influencia gradualmente. La victoria de la facción de los indiferentes frente a Rusia, que tienen una visión más realista y basada en el interés nacional de los Estados Unidos, cambiará por completo el desarrollo de la partida de ajedrez librada por las piezas negras, a pesar de que las dos primeras facciones conserven gran parte de su influencia. No es gratuito que el régimen de Kiev odie tanto a Trump y a esta facción, pues su triunfo significaría el fin de la actual Ucrania.

Las piezas de ajedrez blancas y los partidarios de la derrota incondicional

Ahora vamos a analizar a las piezas de ajedrez blancas y sus diferentes facciones. Partimos del supuesto que existen tres “facciones” simétricas parecidas a las que existen en las piezas negras, aunque difieren en muchos aspectos. Estas facciones serían las siguientes:

1.        Los partidarios de la derrota incondicional.

2.        Los partidarios de la derrota parcial.

3.        Y los partidarios de la Victoria.

Los partidarios de la derrota incondicional rusos son ante todo los grupos que pertenecen a la oposición liberal radical – entre ellos Nalvany y algunos de sus seguidores más extremistas como Daria Trepova –, algunos de los viejos inmigrantes desterrados por sus ideas políticas (Jodorkovski, Kasparov, etc.), artistas (Pugacheva, Galkin), pero también victimas zombificadas por la ingeniería social de los globalistas o hipnotizada por eslóganes “pacifistas”, agentes de influencia occidentales dentro de las estructuras gubernamentales y sociales que participan en sabotajes directos, atentados terroristas o proporcionando información a los servicios de inteligencia enemigos, etc. Los representantes de esta facción son considerados abiertamente como traidores en Rusia, pero la profunda influencia que han tenido en nuestra sociedad y el Estado durante los últimos 30 años se hace sentir con fuerza, por lo que los partidarios abiertos de la derrota incondicional de Rusia no son más que la punta del iceberg. Las redes de influencia liberal impregnan la totalidad de la sociedad rusa y se puede decir que las piezas de ajedrez negras cuentan con la ayuda de estas piezas de ajedrez blancas para luchar contra nosotros. De hecho, todas estas piezas de ajedrez “blancas” rusas, medio rusas o exrusas son solo exteriormente blancas, pues sus ideales geopolíticos, ideológicos y patrones de pensamiento son totalmente liberales y prooccidentales, jugando, en todo caso, a favor de las piezas de ajedrez negras: su modus operandi es igual al de los boxeadores o jinetes de carreras que pierden deliberadamente después de recibir un jugoso soborno. Es por eso que esta facción sigue al pie de la letra las ordenes que les dictan desde Occidente, especialmente las que vienen del partido de la victoria inmediata sobre Rusia. Todos ellos se encuentran bajo el control de las piezas de ajedrez negras. El difunto geopolítico atlantista Brzezinski me dijo en una ocasión que hablé con él que “el ajedrez es un juego para uno, no para dos”. Quizás esto era a lo que se refería, ya que él mismo jugaba con las piezas de los demás como sí fueran propias. Podemos concluir que este era precisamente el papel de la élite rusa antes de que comenzara la Operación Militar Especial, pues para ellos la guerra es totalmente inaceptable. Estas élites liberales, que se presentan como “blancas”, en realidad trabajan para el bando contrario.

De hecho, no deja de ser significativo que agentes directos del MI6 como Christo Grozev se reunieran con varios de los subordinados de Nalvany en vísperas de la Operación Militar Especial. Los liberales han dejado caer sus mascaras y se han convertido en enemigos directos de Rusia en medio de este conflicto mortal. Sin embargo, vale la pena preguntarse si los representantes del partido de la derrota inmediata sobre Rusia son plenamente conocidos y considerados como tales en nuestro país. Obviamente, no todos ellos expresan abiertamente sus críticas, pero el descubrir estos peones ocultos del enemigo es tarea de las estructuras oficiales del Estado que deberían realizar una operación parecida al SMERSH (1), pero aplicada a los tiempos modernos. Es importante señalar que la élite rusa de la década de 1990 estaba formada predominantemente por liberales prooccidentales radicales. Alguno que otro pudo haber cambiado de opinión después de la llegada de Putin, pero muchos de ellos seguramente recuerdan con gusto esos tiempos.

Los partidarios de la derrota aplazada

La segunda facción de los blancos se puede denominar como los partidarios de la derrota parcial y está compuesta por la parte de la élite rusa que profesa una doble lealtad: por un lado, se presentan como leales a Putin y reconocen la legitimidad de sus ideas soberanistas, la multipolaridad en las Relaciones Internacionales, apoyan la Operación Militar Especial y se adscriben abiertamente a la Victoria de Rusia. Sin embargo, este grupo sigue siendo defensor del Occidente moderno y alaban su cultura, sus códigos, su tecnología, sus prácticas y modas. Esta facción de las piezas blancas considera que la ruptura con Occidente es una catástrofe para Rusia y por esa razón es necesario ponerle fin lo más pronto posible a la guerra para restablecer los lazos perdidos. Por supuesto, ninguno de ellos promociona actividades de sabotaje, espionaje o terrorismo en contra de las autoridades y saben muy bien que la perdida de la soberanía de Rusia causará que desaparezcan como élite. El problema radica en que para ellos Rusia no es una civilización particular y no están dispuestos a sacrificar todo lo que tienen en nombre de la guerra, pues consideran que el futuro de nuestro país esta ligado al de Occidente. Los partidarios de la derrota parcial de Rusia consideran que la Operación Militar Especial es un desastre, pero la evalúan de un modo muy diferente a los partidarios de la derrota inmediata, ya que se ven obligados a permanecer leales a Putin y Rusia.

Este grupo tiene mucha influencia al interior del Estado ruso y podríamos decir que es el espejo del partido de la victoria parcial sobre Rusia de las piezas negras. Sus representantes sin duda aceptarán cualquier propuesta de paz de Occidente por muy humillante que sea, pero como el partido de la victoria inmediata sobre Rusia se vuelve cada vez más y más agresivos, son incapaces de hacer algo y por eso terminaron apoyando la guerra y la Operación Militar Especial. Algunas de las conversaciones privadas que se han hecho publicas de estas figuras en el poder rebelan el estado de animo al interior de esta facción: no creen en la victoria de Rusia, maldicen la Operación Militar Especial, sollozan por volver a los tiempos anteriores a la guerra y están dispuestos a aceptar cualquier oferta con la intención de ponerle fin al conflicto. Al mismo tiempo, todos ellos adoptan una posición oficialmente “patriótica” debido a la corrección política que reina dentro de Rusia. El partido de la victoria parcial sobre Rusia, tanto en Estados Unidos como en Europa, apoyan en gran medida a los partidarios de la derrota parcial de Rusia, pues son precisamente ellos los que han paralizado gran parte de las iniciativas de movilización total y las reformas patrióticas decisivas necesarias en tiempos de guerra, incluida la proclamación de una ideología coherente. No obstante, esta facción de las piezas blancas, a diferencia de la primera que no tiene de blanco sino el color, sigue estando del lado de Rusia y en la medida en que los partidarios occidentales de la victoria inmediata sobre Rusia sigan presionando con más fuerza sobre nosotros, se verán obligados a aceptar la lógica misma de la guerra a pesar de que estén contra ella.

Los partidarios de la Victoria

La tercera facción de las piezas blancas son los partidarios de la Victoria, los cuales gozan de una gran aceptación al interior de la sociedad rusa, a diferencia de las otras dos facciones que solo hacen parte de la élite. Esta facción esta compuesta por patriotas acérrimos, intelectuales que consideran a Rusia como una civilización particular, tradicionalistas y defensores de la misión e identidad histórica de la religión, el pueblo y la soberanía de Rusia. La Operación Militar Especial ha popularizado los juicios, ideas y pensamientos de los partidarios de la Victoria con respecto a la oposición radical al Occidente colectivo hasta el punto que la versión oficial sobre los acontecimientos es la que ellos mismos dan. De hecho, los partidarios de la derrota parcial de Rusia se han visto obligados a repetir al pie de la letra las ideas de los patriotas. Ahora bien, los partidarios de la Victoria se oponen totalmente a Occidente y consideran que es necesario llevar la Operación Militar Especial a su conclusión lógica: la derrota de la hegemonía occidental y el nacimiento de un mundo multipolar. Es por eso que esta facción ve en el conflicto actual con Occidente un paso decisivo en la batalla por el nacimiento de un nuevo orden internacional y el cumplimiento de la misión histórica de Rusia. Además, los partidarios de la Victoria no ven esta guerra como un enfrentamiento accidental o una disputa por unas cuantas regiones, sino como una guerra de civilizaciones donde tanto el Estado como la sociedad rusa deben comprometerse y pagar cualquier precio con tal de alcanzar el triunfo. Esta facción considera que, independientemente de la causa que provocó la Operación Militar Especial, la guerra actual es el inicio de la batalla final por preservar la soberanía y la existencia de Rusia. Los partidarios de la Victoria promueven la realización de reformas patrióticas inmediatas y la movilización total del gobierno y la sociedad, incluso llegando a justificar el uso de armas nucleares en caso de que las hostilidades comiencen a tener un desenlace negativo para Rusia. Lamentablemente, esta facción de las piezas blancas no es dominante al interior de la élite rusa y los partidarios de la derrota parcial de Rusia los superan muchísimo en términos administrativos y de poder. No obstante, la influencia de los partidarios de la Victoria aumentará en la medida en que el discurso oficial de las instituciones rusas comience a copiar sus programas, estrategias y juicios sobre la situación actual. Los partidarios de la Victoria siguen teniendo suficiente peso como para ser tomados en cuenta en este ajedrez geopolítico mundial.

Reducción necesaria

Ahora reduzcamos todo este sistema de clasificaciones propuesto por nosotros a un esquema general: cada una de las facciones enfrentadas en este conflicto tienen su propia interpretación de lo que esta ocurriendo y consideran que las otras tienen sus propias ideas al respecto, es decir, que todas siguen un código distinto e intentan encajar los acontecimientos actuales a sus propias interpretaciones, no haciéndose ilusiones sobre lo que sucede. Todos ellos entienden quién lucha contra quién y cuales son sus objetivos. Para todos ellos Ucrania no es más que un territorio donde acontece un juego de ajedrez con sus propias reglas, topografía y topología, pero que este lejos de ser considerado como el fondo de la cuestión, pues Ucrania no es un sujeto independiente: son otros los que toman las decisiones allí. Los actuales procesos militares, políticos, económicos, sociales, diplomáticos, informáticos y tecnológicos forman para ellos un sistema ordenado e interrelacionado a pesar de la espontaneidad de los conflictos. Estas seis facciones mencionadas comprenden más o menos bien como esta configurado este sistema y las interconexiones que existen entre sus diferentes partes. Sin embargo, este esquema geopolítico general tiene un objetivo que va mucho más allá. Cada una de estas piezas toma decisiones siguiendo su propia lógica y cada uno de sus movimientos puede cambiar la lógica total del conjunto en determinadas circunstancias. Por ejemplo, la decisión del gobierno ruso de implementar la movilización parcial, con su respectivo calendario y detalles, afectó la totalidad del sistema. Es obvio que el partido de la derrota incondicional de Rusia ha intentado poner en práctica sus planes con ayuda del Occidente colectivo, pero los acontecimientos se han desarrollado de una forma totalmente diferente. Lo mismo puede aplicarse al resto de sucesos de la guerra como la ofensiva, la retirada, la defensa, el ataque o los atentados terroristas, los bombardeos a objetivos militares o civiles en territorio enemigo, etc. El problema radica en que el territorio de nuestro verdadero enemigo – el Occidente colectivo – permanece seguro mientras que el nuestro es atacado repetidamente, incluso mediante el uso de drones usados para bombardear el Kremlin.

Creo que con ayuda de este modelo podemos analizar profundamente la relación entre las tres facciones de las piezas negras y de ese modo comprender la totalidad de sus interacciones, en particular dentro de Estados Unidos y los países de la OTAN, especialmente Europa y Turquía. La misma tríada la encontramos al interior de Rusia, pues existe una dinámica política en nuestra sociedad que debe ser tomada en cuenta con tal de entender las armonías y desequilibrios dentro de nosotros mismos. Finalmente diremos que las relaciones, decisiones y acciones de cada una de las facciones de las piezas negras afecta y se corresponde con movimientos recíprocos dentro de las piezas blancas. Pero el estudio de esos movimientos requerirá de un análisis mucho más detallado, por ahora basta decir que esta descripción general permite tener un mapa más completo del ajedrez geopolítico actual que podría convertirse fácilmente en la última guerra de la humanidad. Esto último depende de las interacciones, recurso, voluntad, determinación, convicción y correlaciones de fuerza entre cada uno de los sujetos y objetos que forman este complicado entramado con tal de cumplir con rectitud las convicciones que cada uno tiene.

Notas:

1. El SMERSH (‘Muerte a los espías’) fue el nombre dado al departamento de contraespionaje de la Unión Soviética, una organización paraguas que agrupaba a tres agencias independientes de contrainteligencia en el Ejército Rojo, formada a finales de 1942 o incluso antes, pero anunciada oficialmente el 14 de abril de 1943 durante la nacionalmente denominada Gran Guerra Patria (Segunda Guerra Mundial). La justificación formal de su creación fue subvertir los intentos de las fuerzas alemanas nazis de infiltrarse en el Ejército Rojo en el Frente Oriental.

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera