Egipto e Irán: Juntos un obstáculo para impedir que Israel lo gane todo
Poner fin a la guerra israelí contra la Franja de Gaza, que dura ya meses, ha dejado de ser una cuestión bilateral a la que se pueda poner fin resolviendo las preocupaciones de ambas partes, cada una frente a la otra.
La guerra se ha convertido en una cuestión compleja y entrelazada, en la que las partes internacionales y regionales tratan de obtener más ganancias que no habrían sido posibles si no hubiera estallado esa guerra.
Caída moral
Estados Unidos gime actualmente ante las voces arrogantes que rechazan la guerra y exigen que ponga fin a su apoyo a Tel Aviv política, militar y financieramente. Esto quedó claramente demostrado en las protestas propalestinas que se extendieron como la pólvora en varias universidades estadounidenses.
Washington ha caído moralmente en todos los foros políticos e internacionales durante su defensa de Israel. Tel Aviv se enfrenta a un difícil dilema, ya que su gobierno es incapaz de ofrecer ninguna victoria que justifique el cese de la guerra.
Sin embargo, Estados Unidos trata de sacar provecho de sus negociaciones con Arabia Saudí sobre un acuerdo bilateral de seguridad entre ambas partes, incluyendo la normalización de las relaciones entre Riad y Tel Aviv como parte del trato a cambio de falsas promesas sin garantías para reactivar la vía de las negociaciones con el fin de establecer un Estado palestino.
Esto representa una enorme ganancia para el Estado hebreo, a pesar de que se suponía que los resultados de la reciente guerra acabarían con todas las vías de normalización entre Israel y los Estados del Golfo.
Oportunismo político
Esto representa un ejemplo del estado del oportunismo político estadounidense, que ata todas las cartas en la región en favor de servir a su visión y proyecto, que se deriva del apoyo a Israel sin restricciones ni condiciones, o incluso dentro de la observancia de las normas del derecho internacional.
Este oportunismo político perjudica claramente el equilibrio de poder en la región y confunde los cálculos de las viejas potencias tradicionales, especialmente Egipto e Irán.
Algunos funcionarios occidentales abrazan una visión soñadora de un Oriente Medio estable y próspero si se normalizan las relaciones entre Tel Aviv y su entorno geográfico. Creen que así se puede conseguir el resultado deseado incluso sin encontrar una solución a la cuestión palestina.
Clara y francamente, cualquier elusión o elusión de los derechos legítimos de los palestinos a un Estado independiente y soberano en su tierra, que se decidió para ellos de acuerdo con las resoluciones internacionales y la legitimidad, es como una mina que volverá a hacer estallar la región.
Arabia Saudí es un Estado independiente y soberano y tiene derecho a aceptar o rechazar lo que quiera. Pero como país con un gran peso político y económico y una elevada posición en el mundo islámico, es consciente de la gran responsabilidad que asume o debe asumir en la protección de los legítimos derechos palestinos.
Preocupaciones iraníes
Sin embargo, aunque estos cálculos sean correctos y ciertos, cualquier decisión saudí de normalizar las relaciones con Israel no puede tomarse sin tener en cuenta la postura iraní en este proceso.
Según muchos observadores, el acercamiento entre Arabia Saudí e Israel suscita serias preocupaciones en Teherán.
Los funcionarios iraníes creen que esa vía reducirá en gran medida el peso geopolítico de Irán en la región, en beneficio de Israel.
Teherán cree que cualquier acercamiento saudí-israelí podría hacerle perder su relación con Riad, aunque éste no sea el deseo del gobierno saudí.
Al mismo tiempo, Irán no quiere que otros países de la región disfruten de un alto nivel de armamento junto a Israel. Irán se opone a cualquier acuerdo de seguridad saudí-estadounidense basado en la normalización del reino con el Estado hebreo. Pero lo que preocupa a Teherán es el alcance del armamento que el Reino puede obtener del acuerdo.
Aunque la normalización concluida por EAU y Bahréin con Israel en 2020 fue molesta para Irán, el nivel de malestar esta vez es incomparable si el tren de la normalización israelí llega a la estación de Riad.
Condiciones saudíes
Por lo tanto, según una fuente informada, los riesgos para los que Arabia Saudí debe estar preparada como resultado de esta normalización sólo pueden evitarse mediante garantías de que el acuerdo de normalización no incluya nada que pueda amenazar la seguridad de otros países de la región, ya sea Irán u otros.
«En cualquier caso, cualquier normalización que no esté condicionada a una vía clara y específica que garantice el establecimiento de un Estado palestino independiente disipará gran parte de la influencia y el prestigio del Reino en su entorno árabe e islámico», afirmó la fuente.
Según ésta, la posición iraní de apoyo a la resistencia palestina, independientemente de la valoración de su nobleza moral, se establece dentro de todo un sistema estratégico iraní de agentes que representan sus cartas de influencia manipulables para maniobrar a Occidente y a su agente en la región, que es Israel.
Por lo tanto, nos guste o no, Irán se ha convertido en una de las partes más importantes con las que se puede llegar a un acuerdo para cumplir cualquier arreglo encaminado a calmar la situación en Oriente Medio, especialmente en el frente de conflicto con Israel o a asegurar la navegación en el Mar Rojo, que representa una cuestión vital para Occidente y el Golfo en general, dados los petroleros y gaseros que lo atraviesan, y para Egipto en particular por ser la puerta de entrada al Canal de Suez, que representa una importante arteria económica en un momento en que atraviesa una de sus crisis económicas más graves.
Catástrofe humanitaria
La cuestión palestina es un asunto de seguridad nacional para Egipto, independientemente de cómo cambien sus regímenes gobernantes. Con la feroz guerra que Israel libra en la Franja de Gaza desde hace 7 meses, El Cairo siente presiones políticas y de seguridad que no puede ignorar.
Por ello, está haciendo denodados esfuerzos por mediar entre Israel y el movimiento Hamás, para salvar lo que se pueda de las posibilidades de vida del pueblo palestino, especialmente con Israel lanzando un ataque terrestre contra Rafah con el pretexto de eliminar el movimiento de resistencia palestino en la Franja de Gaza.
Durante la presencia de la delegación negociadora de Hamás en El Cairo, no es de extrañar que el ministro egipcio de Asuntos Exteriores, Sameh Shoukry, aprovechara su participación en la cumbre de la Conferencia Islámica en Banjul para reunirse con su homólogo iraní, Hussein Amir Abdollahian.
Mientras la región se encuentra al borde de una catástrofe humanitaria y de seguridad con el lanzamiento por parte de Israel de su ataque a Rafah, circunstancia que requiere la dedicación de todos los esfuerzos de los países activos y principales de la región para evitarlo, las relaciones entre Teherán y El Cairo no pasan por su mejor momento y siguen existiendo asuntos pendientes que dificultan la normalización de las relaciones entre ambos países.
Circunstancias delicadas
Las delicadas circunstancias que atraviesa la región no habrían permitido desaprovechar la oportunidad de un encuentro de este tipo entre ambos ministros, independientemente del nivel de las relaciones entre los dos países.
Los últimos meses de la guerra han sido testigos de un intercambio de ataques calculados entre Israel e Irán. Por tanto, nada impide que el ataque a Rafah se convierta en una andanada de seguridad que lleve a cualquiera de los actores de la región a juzgar mal la situación, provocando que las cosas deriven en consecuencias desastrosas, especialmente para Egipto.
El ataque israelí puede provocar que los palestinos se precipiten bajo los bombardeos hacia la frontera egipcia, lo que representa un verdadero dilema para el gobierno de El Cairo que intenta evitar por todos los medios.
La coordinación con Teherán es una necesidad para el gobierno egipcio, ya que El Cairo es consciente de que Teherán tiene muchas cartas para influir en Hamás, sea cual sea el camino que tome para resolver la cuestión palestina.
Gaza no será gobernada tras el fin de la guerra sin que Hamás tenga algo que decir en este proceso. Cualquier negociación futura para reanudar las conversaciones de paz que conduzcan a un Estado palestino no tendrá lugar sin que la resistencia sea una parte participante. No se aprobará ninguna tregua de los combates sin la aprobación del Movimiento Islámico.
El Cairo no puede permitir que todas estas vías avancen sin asegurarse de que sus detalles no entran al menos en conflicto con sus intereses nacionales.
Aun reconociendo que ninguna vía puede tener éxito sin la aceptación por parte de Egipto de todos los detalles, esto dice claramente que Egipto seguirá obligado a comunicarse con todos los actores regionales en la cuestión palestina, para garantizar que sigue siendo la fuerza equilibrada que impide que ninguna parte manipule los derechos del pueblo palestino o las necesidades de su seguridad nacional.
En mi opinión, la coordinación egipcio-iraní alejaría a Israel de la ilusión de que se encuentra en un momento histórico en el que puede ganarlo todo.
Traducción al español para Geopolitika.ru
por el Dr. Enrique Refoyo
Fuente: https://unitedworldint.com/