Conflicto interno, beneficio externo

27.02.2018

1. Érase una vez

La situación interna de España se ha hecho muy conocida en todo el mundo desde mediados del año 2017 por la elevada atención mediática internacional respecto al separatismo en Cataluña. Para ponernos en contexto, durante el verano de 2017 estalló el momento aparentemente más tenso en la política interna española, ya que el gobierno autonómico catalán pretendía, o bien realizar un referéndum con el que declarar la independencia o bien declarar la independencia unilateralmente. El 1 de octubre de 2017 se celebró un referéndum en Cataluña (prohibido por el Tribunal Constitucional) marcado por dos elementos: Los disturbios y cargas policiales por un lado, y por otro lado estaban los fraudes en la votación donde se votaba sin control en urnas que eran llenadas de votos hasta en la calle, e incluso personas que fueron votando por diferentes colegios electorales.

Después hubo varios episodios mediatizados con los políticos separatistas catalanes diciendo que iban a declarar la independencia unilateralmente, pero luego se desdecían, y al final lo hicieron a puerta cerrada, todo para evitar la acción de la justicia española. Y por el lado del gobierno español, más bien parecía que la estrategia era esperar y no hacer apenas movimiento. En los últimos meses de 2017, varios políticos separatistas responsables de la declaración de independencia acabaron en prisiones españolas (por orden judicial) o huyendo a otros países (como Bélgica o Suiza).

Y de entre todo este lío interno, emergió en los principales medios de comunicación españoles la acusación contra Rusia por interferir en la política interna española para desestabilizarnos. Una acusación, como todas las anteriores, basadas en únicamente suposiciones de internet donde los medios reseñaban la existencia de cientos de “bots” que viralizaban noticias sobre el separatismo en Cataluña. La clave era culpar a Rusia de intervencionista en España del modo que fuera, siguiendo la línea de las acusaciones de injerencias en elecciones (en EEUU, Francia, y otros países de la UE).

2. Problemas que ocultar, fortalezas que nublar

Quizá se deba a que tiendo a dudar de las apariencias en los temas políticos (sobre todo en asuntos internacionales), seguro que se debe a que una y otra vez, las cosas no son lo que parecen. Por ello, cuando todos los principales medios de comunicación españoles se fijaban en la situación del separatismo en Cataluña, y olvidaban otros asuntos muy importantes en política interior y exterior (como educación, sanidad, pensiones, así como posición de España en el mundo), yo no dejo de pensar que algo se oculta y algo se nubla en todo este escenario, premeditadamente. Por otro lado, el supuesto separatismo en Cataluña ha tenido numerosos momentos absurdos, en que los políticos separatistas amenazaban con tomar ciertas acciones en pos de la independencia, pero luego no las tomaban, o pretendían tomarlas a escondidas después de haber manifestado públicamente su coraje y su decisión inequívoca de seguir un rumbo separatista; mientras tanto, los políticos del gobierno español decían que iban a tomar acciones para detener la secesión pero al final estos políticos se escudaban en que la acción de los tribunales, o eran acciones que dejaban a los miembros del gobierno español como políticos más inútiles todavía.

Por todo ello, este montaje tan semejante a un combate de “lucha libre estadounidense”, donde los golpes aparentes nunca son golpes de verdad, sino que todo es coreografía y el resultado de los combates está fijado de antemano, me hace pensar que estamos ante otro montaje político-mediático, otro montaje más dicho sea también, ya que en la década pasada (2000) por ejemplo, la empezamos con el “plan Ibarretxe”, para conseguir la independencia de la comunidad autónoma de País Vasco. Curiosamente, a la vez que terminaba aquel momento de tensión nacionalista-separatista vasca en 2004-2006, comenzaba una nueva oleada de nacionalismo-separatismo en Cataluña (que se dura hasta la actualidad).

En consecuencia, estos últimos 20 años presenciamos una constante problemática interna española, que sin duda es fruto de los acontecimientos entre 1978 y 1998, cuando España comenzaba una nueva etapa política democrática, marcada internamente por la creación de dos bandos políticos: Los partidos políticos nacionalistas-separatistas y los partidos políticos “constitucionalistas”. Cada bando partidista tenía sus áreas de influencia dentro de España y el sistema funcionó en la medida en que el gobierno central (sin importar con qué partido político) cediera más competencias del Estado al bando nacionalista-separatista, pero a su vez el bando “constitucionalista” también se hizo sus propios feudos autonómicos. Con lo cual, cada uno de los bandos siempre se procuró montar su propia red de clientelismo político territorial, y de esta manera afianzar un sector fijo de votantes.

Miremos también un mapa mundial para ubicar España en el mundo y rápidamente verán su importantísima posición geográfica. Es la puerta del Mediterráneo occidental, con salida al centro del Atlántico oriental; punto clave de paso entre Europa y África, y entre América y Europa. Con dos archipiélagos: Baleares en el Mediterráneo y Canarias en el Atlántico; y además, con dos ciudades (Ceuta y Melilla) y diversos peñones en el norte de África. Esta es sin duda una posición de pivote en el mundo, que nos podría colocar en un lugar clave del comercio marítimo mundial, y también una posición militarmente estratégica que controlar (o debilitar, según el caso). Por estas condiciones geopolíticas, se encuentran dos bases militares estadounidenses en la zona del estrecho de Gibraltar (base naval de Rota, y base aérea de Morón de la frontera, abiertas en 1953). Y también se halla el propio peñón de Gibraltar, ocupado por los británicos desde 1704, el cual es base naval británica y también usada por los estadounidenses.

Cabe señalar un dato relevante, pues debido a que las ciudades norteafricanas de Ceuta y Melilla no están en el paraguas protector de la OTAN[1], el gobierno español permitía la escala de buques militares rusos en el puerto de Ceuta, lo cual siempre levantaba fuertes protestas tanto en los ocupantes británicos del peñón, como en los estadounidenses (incluso también en el separatismo catalán, por ejemplo, en ERC). Les parecía muy mal que España permitiera la escala de buques rusos en Ceuta. Dicen que eso pone en riesgo la seguridad colectiva, y que hace dudar de la lealtad de España. Pero a nuestros aliados de Reino Unido y de Estados Unidos no les parece mal dejar fuera de la protección colectiva a territorio español norteafricano. Esto se debe a los intereses estadounidenses y también franceses en Marruecos. Por otro lado, esta situación parece la clásica estrategia de tener siempre debilitados y enfrentados a sus propios “aliados”, o de manera más clásica, “divide y vencerás”.

Gráfico realizado por el autor sobre mapa de Yandex. En esta imagen pueden ver entre círculos rojos el territorio español continental e insular, y los ejes mediterráneo y atlántico que la rodean.Gráfico realizado por el autor sobre mapa de Yandex. En esta imagen pueden ver entre círculos rojos el territorio español continental e insular, y los ejes mediterráneo y atlántico que la rodean.

Aquí se presenta un punto clave en la comprensión de los sucesos internamente debilitadores de España. Pongamos esta situación hipotética: Si España fuera un país cohesionado y soberano, podría realizar una política exterior fuerte y propia, al servicio de sus propios intereses al igual que nuestros socios de la OTAN y de la UE ponen sus intereses por delante de los demás socios (a pesar del discurso de valores al que suelen aludir). En este escenario, se ponen ellos (EEUU y Reino Unido) por delante del bienestar y la seguridad colectiva de la alianza que forman parte. Lo cual tampoco debe extrañarnos, esto es la tónica general de las relaciones internacionales, cada país tiene su élite o sus élites, y cada cual tiene sus estrategias en el mundo. España no puede tener ninguna estrategia exterior propia por dos motivos:

  1. La existencia constante del debate interno (“¿Qué es España?”) fomentado por nacionalistas-separatistas (PNV, Bildu, PDCat, ERC, etc.) y por partidos de “izquierda” que son absolutamente anti-españoles (Podemos, IU).
     
  2. La existencia de partidos “constitucionalistas” (PP, PSOE, Ciudadanos), que dicen defender España pero la debilitan igualmente, ya que se escudan en la Constitución de 1978 como si antes no hubiera existido España, y siempre acaban sacrificando a España y a los españoles por una orden “de arriba”[2], o actuando según lo que más “tranquilice a los mercados”.

Teniendo una base tan débil, y siempre acabando en el debate de: ¿Qué somos?, ¿a dónde vamos? Así, nunca podremos desarrollar una política exterior coherente y soberana. También cabe señalar llegados a este punto, que todos los políticos que componen los grandes partidos del sistema político actual, tienen igualmente sus intereses personales (y después partidistas) por encima de cualquier valor o territorio que digan defender. La política en toda la España actual no sostiene más valores que el lucro personal (o partidista). Esto se ha visto muy claramente en el caso del nacionalismo-separatismo catalán (y también en el vasco), cuyas reivindicaciones a priori identitarias, en seguida se calman con más dotación financiera o de competencias desde el Gobierno central. Así ha pasado desde 1978 y el resultado es clientelismo político.

Así pues, no ha sido Rusia quien ha intervenido para debilitar a España. De eso ya se encargaron nuestros políticos “constitucionalistas” a lo largo de las últimas cuatro décadas. Por ejemplo, con la entrega de la educación a las comunidades autónomas, cada cual inventó su propio relato histórico, acentuando determinadas épocas o directamente inventándose hechos históricos para amoldarlos a su discurso político actual. Además, todas las autonomías crearon sus propios medios de comunicación, y estos unidos al control de la educación son los pilares fundamentales para modificar y controlar la opinión pública en un territorio. Básicamente, los gobiernos centrales de los partidos “constitucionalistas” abandonaron regiones españolas a los nacionalistas-separatistas, y estos “constitucionalistas” nunca tuvieron un contra-relato basado en la historia de España, sino que simplemente se escudaron en el marco legal de la Constitución de 1978.

3. País soberano, decisiones soberanas

Pongamos el hipotético caso de que algún día en España sean superadas todas estas discusiones internas y haya una idea clara de lo que es España, de que la historia de España se mide en milenios y no en décadas. Donde también se tenga una conciencia geopolítica, de la posición concreta de España en el mundo. Entonces, si podría existir una cultura general de geopolítica donde España buscase su mejor acomodo en el mundo, a sabiendas de que somos un Estado pequeño pero con una posición geográfica muy importante. Y a partir de esa base, desarrollar nuestras propias estrategias regionales, tal y como hacen todos los demás países en el mundo, sobre todo nuestros socios de la OTAN y de la UE. Hasta aquí no sería nada más que hacer lo que hacen nuestros socios vecinos tanto de Europa como de Norteamérica. ¿Acaso podría molestar a nuestros socios que hagamos lo mismo que ellos hacen? Si les molesta, tal vez sea porque no son nuestros socios.

Por todo lo señalado, parece muy evidente que entre nuestros actuales socios, no tenemos muchos amigos que nos toman por un igual, sino que se piensan que somos sus súbditos y debemos acatar siempre sus órdenes, aunque esas órdenes vayan en contra de nuestra propia supervivencia como pueblo y como país. Esto tampoco es una novedad pues en la arena internacional solo cuentan los países fuertes, y los países débiles acaban siendo sometidos sea por la vía política, la económica, o la militar. Decía en 1897 el Coronel de Ingenieros del Ejército Español, Francisco Roldán y Vizcaíno: “De poco nos servirá querer ser neutrales si no somos fuertes y no estamos preparados para hacernos respetar de los beligerantes”[3]. Y esta es una de esas verdades históricas que nunca cambian. Solo la fuerza respeta la fuerza.

Cuando un país se mira a sí mismo y se pregunta a cada paso quién es, no puede realizar nada continúo y coherente. Todo se verá interrumpido por sus propias preguntas, por sus propias dudas. Este es un detalle muy importante para entender lo que hay más allá del teatro político, tanto en parlamentos como en medios de comunicación. El nacionalismo-separatista es otra arma geopolítica[4] de las grandes potencias para debilitar internamente a sus rivales. Por ejemplo, los partidos nacionalistas-separatistas más importantes en Cataluña (PDCat y ERC), son a su vez los más partidarios del capitalismo y especialmente de la OTAN. Pero también se pueden ver casos similares en otros países, como el caso Kurdo, que afecta a cuatro países: Turquía, Irán, Siria e Irak. Y el resultado en los cuatro casos es una seria inestabilidad interna, que puede ser aprovechada fácilmente por rivales a esos países como EEUU e Israel, para debilitar o incluso fragmentar a sus países objetivo. También hay otros casos similares, por ejemplo, en Pakistán con Balochistán, en Uzbekistán con Karakalpakstán, en Rusia con Chechenia y otras repúblicas rusas, en Argentina y Chile con los mapuches[5], en Serbia con Kosovo (y Montenegro), etc. En todos los casos, en la región separatista siempre hay una élite local que goza de las amistades y afectos de países occidentales como EEUU y Reino Unido. Y esa élite de la región separatista siempre sirve (al menos) para debilitar a un rival geopolítico, y normalmente va acompañada de la existencia de algún recurso importante en la región separatista (aparte de la posición geográfica)[6].

Visto así, no podemos olvidar que la existencia de nacionalismos-separatistas, en muchos casos vienen “encabezados desde atrás”, por un país rival que busca debilitar y desestabilizar internamente a otros países que considere objetivos, sea por posición geográfica, por recursos naturales, o por usarlos como intermediario (proxy) en una lucha contra su verdadero objetivo.

4. Geopolítica de España, una proposición

Si llega el día en que España no debata internamente sobre su integridad. Si llega el día en que los políticos están al servicio de los españoles y no al servicio de los mercados y otras élites extranjeras. Si llega ese día, entonces podremos hablar propiamente de una geopolítica de España. En este escenario, desde una perspectiva geopolítica española, tendríamos 4 ejes principales basados en geografía e historia:

  1. Europa, puesto que somos inequívocamente Europa. Aunque discrepo del rumbo actual de la Europa de los mercaderes apátridas que representa la Unión Europea actual. Una Europa de futuro es una Europa unida a partir de su cultura común, y cohesionada por su anhelo (hacia el futuro) de convertirse en una potencia mundial, unida, soberana y segura.
     
  2. Iberoamérica, cuyos lazos históricos siguen presentes aunque desde los EEUU y Reino Unido siempre hayan estado y sigan estando dispuestos a sembrar odios y discordias entre España e Iberoamérica para crear muchos Estados débiles y enfrentados entre sí, los cuales son fáciles de controlar desde las élites  capitalistas en Washington y Londres. En el marco de una Iberoamérica unida, y una Europa unida, España y Portugal, jugarían el papel de bisagra entre los dos continentes, con lo cual nuestra posición sería todavía más estratégica.
     
  3. Mediterráneo, al que por evidencias geográficas, España también está orientada y se ve afectada por los problemas que en este mar ocurran. Problemas como la actual “crisis de los refugiados”. España mira tanto al Atlántico como al Mediterráneo, tanto al norte como al sur – esto es algo que nunca debemos olvidar.
     
  4. Eurasia, principalmente Rusia y China. A las que nos unen -a priori- intereses comerciales por crear una gran red económica terrestre que conecte Europa y Asia, así como los intereses por diversificar nuestras fuentes de recursos naturales. Y también, nos puede ser de gran utilidad la idea de mundo multipolar, es decir, un mundo basado en múltiples polos (cada polo unido por afinidades de civilización) donde no haya hegemonía de un solo polo sobre el resto.

Habría un quinto eje, el cual parece que España abandonó totalmente, y es el eje Africano. Tan cierto es que España tuvo colonias en el golfo de Guinea como que en la década de 1960 durante el Franquismo, cumplió pacíficamente sus acuerdos de descolonización allí. Aquellos lugares donde todavía se habla español en el centro de África (golfo de Guinea) pueden ser un punto de partida donde España se haga presente, pero no para realizar una colonización económica similar a nuestros socios Europeos/Norteamericanos o similar a China; sino que puede ser un lugar donde mostrar también que una España fuerte no busca conflictos ni colonización, sino unidad, seguridad y bienestar mutuo, sin entrometerse en la política interna de otros países. De este quinto eje podría salir un ramal o incluso un sexto eje: Filipinas. Otrora fue España y el legado español apenas pervive, y además se hallan muy lejos de España y actualmente están en medio de las disputas entre EEUU y China por el Mar del Sur de China, y las políticas de cerco y contra-cerco que ambas grandes potencias están realizando en la zona.

Gráfico realizado por el autor sobre mapa de Yandex. En esta imagen pueden ver entre círculos rojos el territorio español continental e insular, y entre círculos verdes los 5 ejes geopolíticos propuestos.Gráfico realizado por el autor sobre mapa de Yandex. En esta imagen pueden ver entre círculos rojos el territorio español continental e insular, y entre círculos verdes los 5 ejes geopolíticos propuestos.

5. Conclusiones

Nunca hay que confiar en las apariencias, sino cotejar las palabras con los hechos. Una estratagema común es el engaño, el señuelo, para conducir al objetivo a una trampa. En el ámbito de las relaciones internacionales son muy comunes estas estratagemas de engaños, con acciones o declaraciones hechas para confundir al objetivo.

Los medios de comunicación son una poderosa arma de señuelos, puesto que afectan a toda la población que tiene acceso a ese medio de comunicación, y en el mundo actual, más concretamente en la España actual, prácticamente todos los españoles tienen televisiones y teléfonos inteligentes (“smartphones”). Así mismo, en los medios de comunicación siempre se da primacía a unas noticias sobre otras (incluso de algunas ni se habla), y también se da un enmarcado, es decir, un marco de comprensión respecto a los sucesos que se cuentan en los medios. Esto afecta al conocimiento de la población objetivo sobre lo que acontece en su entorno y al modo en que interpretan esos sucesos.

Las discusiones políticas, tan mediatizadas, son para mí un escenario teatral, la representación de una inmensa obra de distracción masiva donde la gente se enardece y se enfrenta por discusiones absurdas y sin sentido de políticos que aparentemente son rivales ideológicos, pero en la práctica son como hermanos: Hermanos de negocios, hermanos de fondos en paraísos fiscales, hermanos de tramas de corrupción. Esta cuestión del separatismo en Cataluña solo ha servido para distraer y confrontar a todos los españoles de los problemas internos y externos de España. Apenas se mencionan otras cosas que no sea el “culebrón separatista”, siempre contándolo con sus giros inesperados, sus tramas secundarias. Todo como en cualquier serie de televisión. Actualmente se habla del sistema de pensiones y que pronto se agotará, por lo cual, deberá aumentar la edad de jubilación, y algunos todavía se sorprenden que este tema tan importante lleve muchos años en debates sin solución. Es normal, pues enseguida es sepultado por otros temas-señuelo.

La posición geográfica de España también es crucial para entender la importancia de estas divisiones internas, pues siempre debilitarán la posición de España en el exterior. Impedirán que tengamos una política soberana, tanto interior como exterior. Nos impedirán desarrollar cualquier idea de país y de mundo distinta a las opciones que nos ofrece el sistema actual. Y de nuevo, no debería sorprendernos en absoluto, pues desde el mundo antiguo ya se conocía la importancia de la máxima “divide y vencerás”. Las élites dominantes bien conocen su importancia y por eso siempre mediatizan temas que sirven para confrontar a la población, mientras que se salvaguardan los intereses de las élites gobernantes y aumentan sus beneficios. Esto es algo que tampoco se puede olvidar jamás.

[1] Arts. 5 y 6 del Tratado de Washington de 1949.

[2] Es decir, desde Washington o desde Bruselas. Caso paradigmático en esta década son las “políticas de austeridad” exigidas al gobierno desde la UE.

[3] En, Estudio estratégico de la Península Ibérica desde el punto de vista del ingeniero”, pg. 123.

[4] Véase: “El “nacionalismo de diseño” como arma geopolítica”. Fuente: https://www.geopolitica.ru/es/

[5] Inclusive el “indigenismo” es visto en países como Argentina como parte de la estrategia imperialista de dividir y enfrentar a los países Iberoamericanos. Véase: “El indigenismo la etapa superior del imperialismo” https://www.geopolitica.ru/es/

[6] Para más información, véase este artículo: “Entrevista referente a las guerras híbridas con Andrew Korybko”, http://katehon.com/es/article/entrevista-referente-las-guerras-hibridas-con-andrew-korybko