Carta de Julius Evola a Ernst Jünger
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
Julius Evola y Ernst Junger fueron dos grandes pensadores tradicionalistas – si es que entendemos esta palabra en un sentido radicalmente distinto – que nunca se conocieron en persona aún cuando tenían muchos amigos en común. Sabemos muy bien que Evola leyó atentamente todos los escritos de Jünger y escribió un libro entero analizando El Trabajador, interpretando esta figura como un hombre heroico y desprendido, digno representante de la aristocracia del espíritu. A Evola nunca le gustaron los libros que escribió Jünger posteriores a las décadas de 1940-1950, en los que veía ciertas concesiones al humanismo clásico y al mito de Occidente. Resulta extraño que pensara esto de Heliópolis, pues tal libro debería haberle parecido al barón italiano mucho más interesante y cercano a su obra. Desgraciadamente, Evola no vivió lo suficiente para conocer la novela de Jünger Eumeswil (1977) donde este último creo la imagen del Anarca, una figura muy parecida al l'uomo differenziato (hombre diferenciado) de Evola. Se trata de un hombre aislado que vive en medio de las ruinas y encontrando la forma para que los tradicionalistas sobrevivan en medio de la Edad de los Lobos…
Evola solo le escribió una vez a Jünger, fue el 17 de noviembre de 1953, preguntándole si podía publicar oficialmente una traducción italiana de El Trabajador. La ocasión de semejante carta fue un regalo para Jünger quien, a través de su secretario Armin Mohler (futuro autor de la Revolución Conservadora), entregó a Evola un ejemplar de Heliópolis con su autógrafo. La carta es importante por su crítica al fascismo y el nacionalsocialismo que, según su autor, no lograron resolver ninguno de los problemas propios de la sociedad moderna esbozados por ambos autores en sus libros.
Cuatro días más tarde, el 21 de noviembre, Jünger respondió con evasivas a Evola, pues no quería volver a hablar de su libro de 1930. Escribió que pensaba revisar el texto de El Trabajador y aplazar la publicación de una traducción del mismo para otro momento. En lugar de permitirle a Evola publicar el libro y darle un ejemplar de El Trabajador, Jünger sugirió que tradujera sus obras posteriores como los Cruzando la línea, La Emboscadura o El nudo gordiano (curiosamente ignorando obras como El estado del mundo o Heliópolis). Evola se limitó a escribir una reseña crítica de El nudo gordiano publicada en julio de 1954. Fue así como el diálogo directo entre estos dos pensadores acabó en el tiempo, pero no en la eternidad. Evola mencionará a Jünger varias veces en sus artículos.
Cabe destacar que Evola envió esta carta en italiano e inmediatamente la tradujo – a máquina a – al alemán. La traducción que aquí se ofrece es del original alemán, pues la traducción inglesa de D.F. Williams disponible en Internet es extremadamente inexacta.
Texto de la carta:
¡Querido señor!
Puede que mi nombre le resulte familiar, quizá por intermediación del Dr. Armin Mohler, de quien hace poco recibí un ejemplar de Heliópolis con su dedicatoria, y también porque tuvimos muchos conocidos en común durante el Reich, como el profesor Carl Schmitt y el barón von Gleichen.
Hace tiempo que leo con gran interés sus trabajos y a menudo lo cito en mis textos. De hecho, me siento muy interpelado por sus primeros escritos, antes de los Acantilados de Mármol. Es por eso que me atrevo a dirigirme a usted con la intención de publicar la traducción al italiano de El Trabajador. Creo que la analogía que existe entre la primera y la segunda posguerra revela que los problemas esbozados en este libro han vuelto a ser relevantes hoy en día y aunque las soluciones que creíamos haber encontrado en el periodo de entreguerras tanto en el Reich como en Italia resultaron ser soluciones imaginarias, falsas o simples fenómenos coyunturales resulta importante en estos momentos volver a este libro con la esperanza de que vuelva a “despertarnos”.
El único obstáculo que tenemos es que no tengo un ejemplar de esta obra y me resulta muy difícil conseguirlo. El Dr. Mohler incluso me ha escrito que sólo tiene una copia en sus archivos. Sin embargo, tal vez sea posible encontrar a alguien en su círculo de conocidos que me pueda vender o prestar tal libro mientras lo reviso y lo traduzco con la garantía de que lo devolveré lo antes posible.
Por cierto, ¿a quién debo dirigirme para obtener los derechos de la traducción?
Le pido disculpas por mi petición: por supuesto, esta carta me ha brindado la oportunidad, siempre aplazada, de tener el honor de entrar en contacto personal con usted.
Con todo respeto y admiración
Julius Evola,
Corso Victor-Emmanuela, m. 197, Roma.