Caminos Propios

18.08.2018

Pertenecen América Latina y El Caribe a una región del planeta habitada por pueblos multicolores en países con un período relativamente corto de vida, luego de una época colonial que dejó sumisiones, complejos y poderosas oligarquías. Si a eso se le agrega que por designio histórico tuvieran que compartir espacios continentales con una nación convertida en imperio,  conformada por gente proveniente de la Europa anglosajona, con arraigada mentalidad de superioridad racial, diferentes culturas y prácticas  religiosas, la carga resulta pesada.

Pero la historia así lo determinó. Que un vecino poderoso, soberbio y prepotente, codiciara desde su génesis otras tierras a través de substanciales proclamas convertidas en doctrina de dominación. Lo del “Destino Manifiesto”,  ese mandato obvio y certero otorgado por una Autoridad Divina que les legó no solo una parte sino todo el continente, merece una consideración por aparte y muy especial.

Fuera de esas primeras invocaciones divinas se produjeron otras expresiones de mayor contenido político. A“América para los americanos” camuflada en un supuesta intención de proteger las independencias frente a las intenciones europeas de recuperar territorios en el continente le siguieron lo del garrote y la zanahoria. Mas tarde vino lo expresado con meridiana claridad y contundencia  por William H. Taft Presidente de los Estados Unidos de 1909 a 1913 quien dijo: No está lejano el día en que tres banderas de barras y estrellas señalen en tres sitios equidistantes la extensión de nuestro territorio: una en el Polo Norte, otra en el Canal de Panamá y la tercera en el Polo Sur. Todo el hemisferio será nuestro, de hecho como, en virtud de nuestra superioridad racial, ya es nuestro moralmente”.

Se traen  estas referencias no solo por el hecho de  constituir definiciones  ofensivas y humillantes sino porque  no son cosa de un pasado pintoresco  y caduco, como algunos así lo consideran.  Están  presentes  y   conforman   la base en  la que se asienta  la política actual de la potencia del norte, la que en esencia  no ha cambiado, al margen de los actores y las variadas estrategias y sofisticadas modalidades que se utilizan  para un mismo  fin.

Una política que pasó por  las anexiones, continuó con las invasiones y  las intervenciones de todo tipo:  los Golpes de Estado, que en nombre de la democracia  instauraron dictaduras genocidas pensadas, planeadas y ordenadas desde el norte del Río Bravo; el asesinato de líderes y gobernantes considerados no afines; los  controles de medios hegemónicos y la ausencia de pluralismos informativos; los forzados endeudamientos para crear estados de dependencia; la judicialización de la política con el fin de iniciar acciones legales bochornosas, sin pruebas y con claros vicios de nulidad, contra aquellos  que  no son del agrado de las elites económicas o afines a esa águila vigilante que en permanente acecho ataca al primer descuido de su presa.  

El objetivo  sigue siendo el mismo: interferir en  cualquier proyecto o proceso político  conducente a un  desarrollo autónomo,  libre de cualquier tutelaje extranjero,  para avanzar  por Caminos Propios, de manera ininterrumpida para que  al paso del tiempo se pueda concretar.  Lo que explica las interrupciones o involuciones, los avances y retrocesos, las efímeras victorias.

No  parte esta visión  de  gastados anti yanquismos o de simples  posturas ideológicas como una vez si y otra también se la pretende descalificar sino de esa dignidad que convoca, a pesar de las adversidades, a mantener desplegadas y asidas banderas de plena soberanía en países con  identidades únicas y múltiples a la vez, amalgamadas en ese ADN latinoamericano y caribeño compartido con los  pueblos originarios.

Frente a las adversidades  observamos que  prevalece la perseverancia cuando vemos que a pesar de las “guarimbas” y el sostenido acoso que se da sin interrupciones  desde el arribo al poder del Presidente Hugo Chávez, para ponerle fin a un  proyecto  transformador, la Venezuela Bolivariana resiste.

¿Le tocó  el turno ahora a  Nicaragua?  No  sorprenden  las declaraciones  de  algunos sectores de la oposición que abiertamente manifiestan la intención de derrocar al gobierno de  un país estable después de sucesivas guerras y con índices significativos de crecimiento en los últimos  años. Sí en cambio sorprende  que una medida de gobierno, que fue presurosamente retirada,  fuera suficiente  para que se provocara que el país literalmente ardiera.  Lo que comenzó en forma de habituales protestas antigubernamentales  degeneró en una violencia organizada protagonizada por vándalos y pandilleros reclutados que crearon la  apariencia de ingobernabilidad y caos. 

Sin entrar a considerar el manejo inicial de esta crisis,  o las  variadas apreciaciones sobre las realidades políticas en este país centroamericano lo  cierto es que  existió un plan  desestabilizador  que buscaba el derrocamiento de un  gobierno legítimo. Solo eso merece el total repudio de quienes defienden  procesos democráticos que exigen el irrestricto apego a los principios que los sustentan.

La reciente aplastante victoria  electoral de Andrés Manuel López Obrador en México, es otro ejemplo de perseverancia. Es un acontecimiento de enorme trascendencia y significado que  muy probablemente influirá positivamente en la reactivación de  procesos polìticos y económicos de los ultimos años en toda América Latina y El Caribe.

Las  anunciadas tempranas propuestas que le hace el Presidente electo de México a su vecino  del norte relacionadas con el problema migratorio es de esperar que sean bien recibidas y acordadas, pero por sobre todo respetadas. Se hace  esta última afirmación  porque se quisiera  descartar escepticismos al recordar   aquellos consejos del sacerdote Laocoonte y Casandra al Rey Príamo, Timeo Danaos et dona ferentes) cuando aún  la ofrenda de los griegos  se encontraba fuera de las puertas de la ciudad.

Una mejor comprensión de las realidades sociales, políticas, económicas y culturales de América Latina y el Caribe unido a un mayor apoyo internacional  facilitarán  sin duda una inserción de estos países, libre de ataduras  en ese nuevo mundo multipolar que se está formando,  que los aparte al igual que al resto del mundo  de esa globalización forzada,  pensada y discutida en Rothschild y  establecida  como  parte de ese plan maestro de dominio mundial que sigue  produciendo caos y destrucción.