Caminos Propios
Pertenecen América Latina y El Caribe a una región del planeta habitada por pueblos multicolores en países con un período relativamente corto de vida, luego de una época colonial que dejó sumisiones, complejos y poderosas oligarquías. Si a eso se le agrega que por designio histórico tuvieran que compartir espacios continentales con una nación convertida en imperio, conformada por gente proveniente de la Europa anglosajona, con arraigada mentalidad de superioridad racial, diferentes culturas y prácticas religiosas, la carga resulta pesada.
Pero la historia así lo determinó. Que un vecino poderoso, soberbio y prepotente, codiciara desde su génesis otras tierras a través de substanciales proclamas convertidas en doctrina de dominación. Lo del “Destino Manifiesto”, ese mandato obvio y certero otorgado por una Autoridad Divina que les legó no solo una parte sino todo el continente, merece una consideración por aparte y muy especial.
Fuera de esas primeras invocaciones divinas se produjeron otras expresiones de mayor contenido político. A“América para los americanos” camuflada en un supuesta intención de proteger las independencias frente a las intenciones europeas de recuperar territorios en el continente le siguieron lo del garrote y la zanahoria. Mas tarde vino lo expresado con meridiana claridad y contundencia por William H. Taft Presidente de los Estados Unidos de 1909 a 1913 quien dijo: “No está lejano el día en que tres banderas de barras y estrellas señalen en tres sitios equidistantes la extensión de nuestro territorio: una en el Polo Norte, otra en el Canal de Panamá y la tercera en el Polo Sur. Todo el hemisferio será nuestro, de hecho como, en virtud de nuestra superioridad racial, ya es nuestro moralmente”.
Se traen estas referencias no solo por el hecho de constituir definiciones ofensivas y humillantes sino porque no son cosa de un pasado pintoresco y caduco, como algunos así lo consideran. Están presentes y conforman la base en la que se asienta la política actual de la potencia del norte, la que en esencia no ha cambiado, al margen de los actores y las variadas estrategias y sofisticadas modalidades que se utilizan para un mismo fin.
Una política que pasó por las anexiones, continuó con las invasiones y las intervenciones de todo tipo: los Golpes de Estado, que en nombre de la democracia instauraron dictaduras genocidas pensadas, planeadas y ordenadas desde el norte del Río Bravo; el asesinato de líderes y gobernantes considerados no afines; los controles de medios hegemónicos y la ausencia de pluralismos informativos; los forzados endeudamientos para crear estados de dependencia; la judicialización de la política con el fin de iniciar acciones legales bochornosas, sin pruebas y con claros vicios de nulidad, contra aquellos que no son del agrado de las elites económicas o afines a esa águila vigilante que en permanente acecho ataca al primer descuido de su presa.
El objetivo sigue siendo el mismo: interferir en cualquier proyecto o proceso político conducente a un desarrollo autónomo, libre de cualquier tutelaje extranjero, para avanzar por Caminos Propios, de manera ininterrumpida para que al paso del tiempo se pueda concretar. Lo que explica las interrupciones o involuciones, los avances y retrocesos, las efímeras victorias.
No parte esta visión de gastados anti yanquismos o de simples posturas ideológicas como una vez si y otra también se la pretende descalificar sino de esa dignidad que convoca, a pesar de las adversidades, a mantener desplegadas y asidas banderas de plena soberanía en países con identidades únicas y múltiples a la vez, amalgamadas en ese ADN latinoamericano y caribeño compartido con los pueblos originarios.
Frente a las adversidades observamos que prevalece la perseverancia cuando vemos que a pesar de las “guarimbas” y el sostenido acoso que se da sin interrupciones desde el arribo al poder del Presidente Hugo Chávez, para ponerle fin a un proyecto transformador, la Venezuela Bolivariana resiste.
¿Le tocó el turno ahora a Nicaragua? No sorprenden las declaraciones de algunos sectores de la oposición que abiertamente manifiestan la intención de derrocar al gobierno de un país estable después de sucesivas guerras y con índices significativos de crecimiento en los últimos años. Sí en cambio sorprende que una medida de gobierno, que fue presurosamente retirada, fuera suficiente para que se provocara que el país literalmente ardiera. Lo que comenzó en forma de habituales protestas antigubernamentales degeneró en una violencia organizada protagonizada por vándalos y pandilleros reclutados que crearon la apariencia de ingobernabilidad y caos.
Sin entrar a considerar el manejo inicial de esta crisis, o las variadas apreciaciones sobre las realidades políticas en este país centroamericano lo cierto es que existió un plan desestabilizador que buscaba el derrocamiento de un gobierno legítimo. Solo eso merece el total repudio de quienes defienden procesos democráticos que exigen el irrestricto apego a los principios que los sustentan.
La reciente aplastante victoria electoral de Andrés Manuel López Obrador en México, es otro ejemplo de perseverancia. Es un acontecimiento de enorme trascendencia y significado que muy probablemente influirá positivamente en la reactivación de procesos polìticos y económicos de los ultimos años en toda América Latina y El Caribe.
Las anunciadas tempranas propuestas que le hace el Presidente electo de México a su vecino del norte relacionadas con el problema migratorio es de esperar que sean bien recibidas y acordadas, pero por sobre todo respetadas. Se hace esta última afirmación porque se quisiera descartar escepticismos al recordar aquellos consejos del sacerdote Laocoonte y Casandra al Rey Príamo, Timeo Danaos et dona ferentes) cuando aún la ofrenda de los griegos se encontraba fuera de las puertas de la ciudad.
Una mejor comprensión de las realidades sociales, políticas, económicas y culturales de América Latina y el Caribe unido a un mayor apoyo internacional facilitarán sin duda una inserción de estos países, libre de ataduras en ese nuevo mundo multipolar que se está formando, que los aparte al igual que al resto del mundo de esa globalización forzada, pensada y discutida en Rothschild y establecida como parte de ese plan maestro de dominio mundial que sigue produciendo caos y destrucción.