ALEXANDER DUGIN CUMPLE 60 AÑOS

08.01.2022

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera

Empecé a interesarme por la obra de Alexander Guélievichhace exactamente 30 años, en el momento en que comenzó a publicar los primeros capítulos de su libro “La gran guerra de los continentes” en el periódico “Den” (Día).

En ese entonces era un adolescente que apenas estaba terminando los últimos años de la escuela, pero prefería leer libros en lugar de pasar tiempo con mis compañeros. De todos modos, no solo leía libros, sino también periódicos como los que vendían en el legendario “Muro de los Lamentos” de San Petersburgo, un lugar que se encontraba junto a la calle Nevsky y que estaba cercado por la valla de Gostini Dvor porque en ese entonces el lugar estaba bajo reparación. Era un sitio de encuentro donde los estalinistas y los anarquistas, los monárquicos ortodoxos y los cabezas rapadas, los fanáticos de Nevzorov y del Tercer Reich se reunían a discutir: era una especie de Arca de Noé donde se reunían todos aquellos que habían sido marginados por el Estado ruso.

Fue en ese lugar donde me tope por primera vez con el periódico “Den”. En ese momento me llamó mucho la atención los anuncios de Año Nuevo de la primavera de 1992, que promocionaban la publicación de un libro con un título muy vago pero llamativo: “La gran guerra de los continentes”. El nombre de su autor me era desconocido y recuerdo que el anuncio decía algo como “revelaremos los principales misterios de la historia del mundo”. En ese momento supuse que el texto hablaría sobre el “complot judeo-masónico mundial” y revelaría algunos detalles desconocidos hasta ahora, algo que era muy común dentro del periodismo patriótico ruso. Sin embargo, ese no era el caso…

Creo que sería superfluo adornar la impresión que me produjo este texto diciendo que se trataba de un “un soplo de aire fresco” o “que estalló como una bomba” en los ambientes patrióticos. No obstante, aquello sobre lo que escribía el autor de “La gran guerra de los continentes” era totalmente distinto de lo que decían el resto de los autores leídos dentro de los ambientes del patriotismo ruso. El autor de este texto, en lugar de hacer un tedioso recuento del número de judíos que componían las filas del Sovnarkom (1) o de exponer los vínculos que tenían Gorbachov y Yeltsin con la CIA y la Mossad, intentaba crear un marco conceptual completamente diferente y abrirnos un mundo desconocido por medio de antagonismos como tierra/mar, eurasianismo/atlantismo, sin hablar de que citaba a muchos autores que eran desconocidos en nuestro país. Debo decir que me encontraba familiarizado con el concepto de eurasianismo gracias a la obra del muy respetado Lev Nikolayevich Gumilev, aunque la forma en que Dugin presentaba el eurasianismo como una corriente opuesta a las civilizaciones del mar era algo completamente novedoso y, sin duda, bastante correcto.

Fue así como me convertí en un asiduo lector de Den y esperaba ansiosamente cada nuevo número donde escribían el brillante Limonov, el furioso Prokhanov, el calmado Baburin y, por supuesto, Dugin. Luego vino el libro de Conspirología, los primeros números de Elements y los programas que emitió la televisión rusa bajo el nombre de Los secretos del siglo XX. Fue una época bastante interesante, ya que se podía hablar tranquilamente en la televisión estatal sobre el trasfondo ocultista del Tercer Reich, la historia del NSDAP, la Sociedad Thule y la Ahnenerbe. De todos modos, esta serie de televisión solo tuvo cuatro capítulos, pues el quinto fue prohibido. Sin embargo, Ren-TV ya no se permite semejantes extravagancias.

Posteriormente compre los primeros números de la revista Limonka en el Muro de las Lamentaciones. En esa época era muy difícil acceder a la información y, de hecho, existía un gran vacío en ese sentido. El Internet, los correos electrónicos y las redes sociales llegaron unos años después, pero en la década de 1990 acceder a las noticias de actualidad era una proeza, porque prácticamente era imposible saber que pasaba afuera. Es por esa razón que cuando en el otoño de 1995 aparecieron en el patio de nuestra escuela carteles que decían “Mecánica Pop #418. En memoria de Aleister Crowley. Kuryokhin para Dugin”, me surgió la duda de sí era el mismo Dugin de quien estábamos hablando. Leí ese cartel dos veces, de arriba hacia abajo y viceversa, fumé un cigarrillo y luego volví a mi salón de clases pensando que se trataba del Dugin que yo conocía.

Notas del traductor:

1. El Sóviet de los Comisarios del Pueblo o Sovnarkom (SNK) fue la institución de Gobierno formada por el Segundo Congreso Panruso de los Soviets en el transcurso de la Revolución de Octubre en 1917 cuyo primer presidente fue Vladímir Lenin. Creado con la intención de derrocar al Gobierno Provisional Ruso, este sóviet (o consejo, en ruso) sentó las bases para la reestructuración del país y condujo a la formación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1922. Fue evolucionando hasta convertirse en la máxima autoridad gubernamental del poder ejecutivo bajo el sistema soviético instaurado en las Repúblicas de la URSS.