ALAIN DE BENOIST: “¡Le Pen y Zemmour no tienen ni el mismo electorado ni la misma estrategia!”
Por Nicolas Gauthier
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
Estamos a dos meses de las elecciones presidenciales y ya somos testigos de que la derecha se ha dividido en dos grandes líneas: la de Éric Zemmour y la de Marine Le Pen. ¿Cuáles son sus preferencias personales y cómo ve la situación?
Las preferencias personales hacen parte de las conversaciones que tenemos en la mesa, pero no sirven a la hora de analizar el equilibrio de poder existente. Si realmente queremos entender las próximas elecciones presidenciales, entonces debemos tener en cuenta en primer lugar que durante las elecciones no estamos votando ni por un partido ni por una persona en particular y, en segundo lugar, que esto no es un concurso de belleza sino una carrera política donde se necesita como mínimo el 51% de los votos para ganar. Las encuestas nos pueden orientar a la hora de comprender estos procesos, pero no son muy precisas a la hora de predecir el futuro, especialmente porque solo son una radiografía de un momento determinado. Por otra parte, las campañas presidenciales suelen estar llenas de sorpresas inesperadas, en dos meses todo puede cambiar.
Por ahora, lo único que podemos decir es que Éric Zemmour no pasará a segunda ronda, por lo que la batalla principal será entre Emmanuel Macron, que cuenta con un 24-25% de las intenciones de voto, contra Valérie Pécresse o Marine Le Pen. Cualquiera de estas dos podría ser su rival. El principal impulsor de la campaña de Pécresse es Zemmour, quien sin duda es una “gran sorpresa” para el LR: sin Zemmour, Pécresse no habría tenido la más mínima oportunidad de llegar a la segunda vuelta. El problema de Pécresse subyace en que tendrá que ganar para su causa un electorado móvil que cambia a cada rato de parecer.
Marine Le Pen aventaja a Pécresse en las encuestas con un total de 17-18% de intención de votos frente al 16-17% de votos de su rival (Zemmour no pasa del 12-14% de la intención de voto). De llegar a segunda vuelta, Le Pen contaría con un 46% de los votos al enfrentarse con Macron (Zemmour cuenta con un 37% en caso de llegar a segunda vuelta), un incremento considerable, pues Le Pen solo obtuvo el 34% de los votos en la segunda vuelta del 2017. Si nos atenemos a estos datos, entonces podríamos decir que una victoria de Marine Le Pen no es solo posible dentro del ámbito de lo probable, sino que también debemos aceptar que es imposible que Zemmour llegue al poder. Al menos este es el equilibrio de poder que hoy existe.
¿Cuáles considera que son las principales diferencias entre Zemmour y Marine Le Pen?
Dejando de lado la personalidad y el temperamento de ambos, además de los diferentes programas de sus partidos, creo que la principal diferencia subyace en que no se dirigen ni al mismo electorado y tampoco tienen la misma estrategia.
La mayor parte de los votantes de Marine Le Pen proceden de las clases populares, es decir, personas que no solo están preocupadas por su identidad cultural, sino también por la inseguridad social: a estas clases les preocupa tanto la disminución de su capacidad adquisitiva como la inmigración y la creciente inseguridad, ya que ellos son quienes más padecen todo eso. Se trata de la Francia de los chalecos amarillos, la Francia “periférica”, que hoy en día es víctima de la precariedad y la inflación, son personas que no pueden llegar a fin de mes con los salarios que tienen. Los votantes de Zemmour no se preocupan por eso, ya que la mayoría de ellos pertenecen a la burguesía, a los círculos católico-conservadores y nacional-liberales que en su momento componían la mayor parte de los votantes de François Fillon en el 2017 (60% de ellos eran pensionistas acomodados).
Es por eso que estas dos figuras políticas tienen estrategias electorales distintas. Marine Le Pen intenta construir un “bloque popular” contrapuesto al “bloque de las élites” y cuyos contornos fueron esbozados en su momento por el politólogo Jérôme Sainte-Marie y el sociólogo Christophe Guilluy, pero también por Patrick Buisson. Dicha estrategia se basa en que la división entre izquierda y derecha se está debilitando cada vez más (el 70% de los franceses creen que tal división ya no existe, pues los gobiernos de “derecha” y de “izquierda” al final llevan a cabo la misma política), y que ahora existe una nueva división que enfrenta al pueblo que conserva ciertos valores tradicionales frente a unas élites globalizadas (que pertenecen a todos y a ningún lugar como dice David Goodhart), se trata de una confrontación entre una clase política desarraigada y el pueblo francés, este último no quiere renunciar a sus propias formas de sociabilidad y al derecho de seguir existiendo como entidad histórica.
Por el contrario, Éric Zemmour quiere retornar a la división entre la izquierda y la derecha, abogando según él por una “unión entre todas las derechas” (una unión que, sin embargo, no incluye ni al LR ni al RN). Espera que este discurso seduzca tanto a las clases trabajadoras como a la “burguesía patriótica”, pero es algo bastante difícil. Además, la unión de las derechas de la que se habla desde hace más de un siglo atrás nunca se ha conseguido debido a que las diversas derechas no tienen ni la misma concepción del hombre ni de la sociedad (algo que ha sido demostrado por innumerables estudios de ciencia política). Zemmour tendrá muchos problemas para convencer a la Francia periférica de que sus intereses son los mismos de las clases altas. Como decía Jérôme Sainte-Marie “querer unir a la burguesía patriótica con las clases trabajadoras equivale a pedir a que estas últimas se solidaricen con las clases dominantes”. Por otra parte, las clases trabajadoras saben muy poco de Zemmour y lo consideran nada más que como un polemista parisino.
¿Acaso los mítines que Zemmour grabó en diferentes partes (Damien Rieu, Jérôme Rivière, Gilbert Collard, etc.) cambiaran semejante panorama?
Por supuesto que no y las urnas aún no han sido abiertas. Tales videos únicamente le interesan al micromundo político-mediático de París. El pueblo francés es indiferente a tales cosas.
¿Y qué pasa con los otros candidatos?
La izquierda está estancada y únicamente conoce una lucha entre pequeños enanos. Tras el espectáculo de las “Primarias Populares”, Christiane Taubira pretendió unir a la izquierda del mismo modo en que Zemmour pretende unir a la derecha, lanzó su candidatura y con ello sin duda le quitará algunos votantes a Yannick Jadot, pero no superará el 5% de los votos. Por su parte, Fabien Roussel intenta relanzar el populismo de izquierda, algo que Mélenchon abandonó en favor del indigenismo, pero no ha conseguido recoger ni el 4-5% de los votos. Mélenchon puede subir en los sondeos, especialmente porque brilla durante las campañas presidenciales, aunque ahora no cuenta sino con el 10% de los votos. En cuanto a los ecologistas, que han sufrido un desastroso historial en las alcaldías, apenas si alcanzan el 8%. Podemos observar estas pequeñas disputas del mismo modo en que un entomólogo observa a los insectos, pero sabemos muy bien que en el mes de abril será el campo contrario donde se decida todo.