Alain de Benoist: “El electorado de Zemmour es un electorado antiinmigración, mientras que el electorado de Marine Le Pen es antisistema”

08.04.2022

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera

Nuestro medio de noticias quería consultar la opinión de Alain de Benoist de la guerra de Ucrania, el auge del nacionalismo corso, las elecciones presidenciales y la radicalización de la vida política francesa. Aquí están sus respuestas.

Breizh-info.com: Primero que todo, ¿qué opina del viaje de Gérald Darmanin a Córcega y de la posible autonomía de esa región?

Alain de Benoist: Ese acontecimiento sería una “divina sorpresa” si no tuviéramos varios motivos para dudar del mismo. En primer lugar, resulta bastante extraño que se hable de una “posible autonomía” antes de que incluso inicien las negociaciones. Generalmente, jamás se habla de los resultados de un diálogo antes de que este mismo comience. Casi pareciera que se admite la propia debilidad, por lo que se puede tratar de simple demagogia o una maniobra electoral. El problema resulta incluso más complicado si partimos del hecho de que Darmanin representa el ala política a favor del gobierno que desde hace cinco años se niega reconocer ninguna de las reivindicaciones de los corsos. Cuando Emanuel Macron visitó Córcega en febrero del 2018 simplemente rechazó de forma tajante la “naturaleza política de la cuestión corsa”. Todo eso nos lleva a sentir un gran escepticismo por lo que está pasando.

Por lo tanto, debemos más bien preguntarnos qué entiende Darmanin por “autonomía”, ya que puede significar muchas cosas diferentes. Tendremos que esperar a ver que dicen los amigos de Emmanuel Macron. ¿Qué clase de autonomía? ¿Sobre qué áreas? ¿Con qué medios? La verdadera pregunta es la siguiente: ¿está el Gobierno dispuesto a reconocer la existencia de un “pueblo corso”, siendo este un punto fundamental? Sabemos que la Constitución francesa se opone a ello, ya que defiende una nación “única e indivisible” según los principios jacobinos. Y si por alguna extraordinaria razón se reconociera la existencia de un pueblo corso, ¿cómo podría negarse la existencia de un pueblo bretón u otro más? Todo eso llevaría al reconocimiento de la existencia de un pueblo francés y otros pueblos dentro de Francia que, si quieren, también pueden ser “autónomos”. Sin embargo, no creo que el gobierno se arroje por esa pendiente. ¡Es demasiado bueno para ser verdad!

Breizh-info.com: Existen planes de dar autonomía a los suburbios de Córcega e incluso al aeropuerto de Notre-Dame des Landes, ¿considera que las autoridades piensan que es imposible reprimir violentamente este alzamiento y desean más bien hacer otra cosa?

Alain de Benoist: Esa es una pregunta bastante ingenua. Solamente la burguesía liberal cree que todos los problemas políticos pueden resolverse mediante el irenismo y sin recurrir a la violencia. La política es ante todo una correlación de fuerzas, por lo que siempre se llega a un momento donde la “discusión”, la “negociación” o el “compromiso” no bastan. Además, las autoridades legales pueden llegar a perder toda legitimidad. La disociación entre legalidad y legitimidad desemboca en la protesta violenta legítima.

Los Chalecos Amarillos, al igual que los camioneros hoy, sólo comenzaron a ser escuchados en el momento en que salieron a la calle y empezaron a mostrarse violentos. Lo mismo ocurre con los autonomistas corsos. La descolonización solo pudo lograre por medio de la violencia y Argelia nunca podría haberse independizado sin el terrorismo del FLN (tal vez hubiera tardado mucho más). Quizás suena duro, pero es la verdad. Georges Sorel oponía la violencia social, legítima según él, a la legalidad de la fuerza pública y no se equivocaba. Debemos evitar recurrir a la violencia mientras podamos, pero es imposible creer que se puede eliminar de la vida política. Las guerras también pueden resultar extremadamente desagradables, pero siempre existirán.

Breizh-info.com: ¿Qué opina de la campaña presidencial, bastante inédita por cierto, pues los votantes han sido privados de debates entre los candidatos y cada uno de ellos solo se dedica a hablar a su electorado? ¿Podría ser este un síntoma de que la democracia está enferma?

Alain de Benoist: ¡Creo que existen síntomas mucho más claros de la crisis de las democracias liberales que la ausencia de debates entre los candidatos presidenciales! Además, es un diagnóstico exagerado: ha habido debates entre los candidatos, pero no le interesan a nadie, pues solo se limitan a ataques e invectivas personales.

El gran problema de las próximas elecciones presidenciales es, si creemos a las encuestas, que ya sabemos el resultado: Emmanuel Macron será reelegido. La mayoría de los franceses lo saben, aunque también desearían que no fuera así. Es una paradoja bastante interesante. Esto ha dado como resultado una falta de interés que, salvo que algún acontecimiento de último minuto cambie todo, producirá una gran abstención y será más perjudicial para ciertos candidatos que para otros.

En octubre del año pasado dije que “sería un error descartar a Marine Le Pen” en un momento cuando todo mundo quería hacerla a un lado en favor de Eric Zemmour. También subrayé que la principal diferencia entre Marine Le Pen y Eric Zemmour no eran tanto sus personalidades o ideas como sus electorados (clases trabajadoras o clases medias radicalizadas) y sus estrategias (“bloque popular” o “unión de la derecha”). Esto ha sido confirmado recientemente, pues la estrategia de Zemmour ha fracasado. Su electorado es inestable y se reparte entre él y Pécresse, que está a la baja, mientras que Mélenchon sube. Los que apostaron por Zemmour creyeron que Marine Le Pen fracasaría porque su partido se encuentra en mal estado (lo cual es cierto), pero no comprendieron que a sus votantes no les interesa eso: ¡votan a Marine y no a Rassemblement national! En cuanto a los mítines que ha hecho Zemmour, empezando por el que hizo con Marion Maréchal, no han logrado, como se pensaba, cambiar la intención de voto. Esto se debe a que el electorado de Zemmour es un electorado antiinmigración, mientras que el electorado de Marine Le Pen es antisistema. Debemos recordar esto cuando llegue el momento.

Breizh-info.com: La situación internacional, tras dos años de la crisis del Covid 19, empieza a tener fuertes repercusiones económicas. Por ahora, el Estado se limita a sacar la chequera con tal de intentar tapar algunos huecos. ¿Cree que es una estrategia funcional a largo plazo? ¿Quién pagará todo eso?

Alain de Benoist: ¿Quién crees? Tú, yo y, por supuesto, ¡los ucranianos! Ya estamos sintiendo las repercusiones económicas y solo van a empeorar. Las sanciones contra Rusia son de una magnitud sin precedentes y solo buscan satisfacer las exigencias de los Estados Unidos. Eso significa que todo empeorará. Pagaremos un precio tan alto como el de los rusos o incluso peor. La inflación (materias primas, combustible, gas, electricidad) agravará la caída de nuestro poder adquisitivo, lo cual se ha convertido en uno de los principales problemas de los franceses. Esto puede provocar un desequilibrio general que, en el contexto de una crisis financiera mundial progresiva (y una posible revisión del sistema monetario), será mortal. Mientras tanto, la deuda pública sigue creciendo hasta alcanzar alturas sin precedentes. ¿Será sostenible a largo plazo? Probablemente no. Pero, ¿cuándo estallará?

Breizh-info.com: ¿Ha muerto el sueño de crear una Europa unida desde Brest hasta Vladivostock con la guerra entre Ucrania y Rusia?

Alain de Benoist: Siempre ha estado muerto, especialmente por qué jamás ha contado con los medios para hacerse realidad. Lo mismo ocurre con el eje París-Berlín-Moscú con el que tantos habíamos soñado. La principal consecuencia de esta guerra es el retorno del Telón de Acero, pero esta vez será impuesto por Occidente intentando con él amordazar a un competidor peligroso y por no los soviéticos con la intención de que la gente escape hacia el otro lado. El diluvio de propaganda rusófoba que hoy vemos es bastante diciente. El gran continente euroasiático ha vuelto ha ser dividido en dos y esto aclara muchas cosas.

Debemos tener en cuenta, para hacer un análisis correcto, que la guerra entre Ucrania y Rusia no es una guerra entre dos países. Tampoco es un enfrentamiento entre el nacionalismo ucraniano y el ruso, como muchos quieren hacernos creer: es, antes que nada, una guerra entre un Imperio y un Estado-nación. Además, es una lucha entre Occidente y Oriente, entre el mundo liberal y el mundo de los “grandes espacios civilizacionales”, entre la Tierra y el Mar. En otras palabras, es una guerra por el control mundial.