La histeria colectiva por parte de demócratas, neoconservadores, ultra-liberales y rusófobos, provocó las recientes declaraciones de Donald Trump. En una conferencia de prensa en Florida, Trump pidió a Rusia que entregue a los Estados Unidos los 30.000 correos "perdidos" del servidor de correo de Hillary Clinton. La ausencia de estos correos es una señal de que Clinton destruyó pruebas de que ella usó su servidor de correo electrónico personal para el envío de información secreta. Inmediatamente, los demócratas acusaron a Trump de complacer a los hackers rusos, aunque, en realidad, el multimillonario dio a entender retóricamente que los datos de Clinton que fueron ocultados a la investigación estadounidense se hallan en manos de servicios de inteligencia extranjeros. Así, Clinton se convierte en una persona vulnerable a la manipulación.
Las declaraciones de Trump respecto a que está listo para discutir el estado de Crimea y la eliminación de las sanciones anti-rusas, han causado mucho ruido, y son algo que no pueden aceptar ni los demócratas, ni los republicanos. También Trump dijo que Vladimir Putin no respeta ni a Clinton, ni tampoco a Obama, mientras que el propio Trump espera encontrar un lenguaje común con él. Trump aprecia el liderazgo de Putin, y cree que los Estados Unidos deben trabajar junto a Rusia para hacer frente a las amenazas comunes, en particular contra el extremismo islámico.
No solo los demócratas se oponen a Trump, sino también los republicanos. Mike Pence se hizo candidato a la vicepresidencia usando las amenazas contra Rusia. El jefe de la mayoría republicana en el Congreso, Paul Ryan, cayó en la histeria anti-rusa, y afirmo que Putin es "un bandido y no debe interferir en las elecciones".
Putin, y los servicios de inteligencia rusos son acusados de filtrar la correspondencia de los empleados del Comité Nacional del Partido Demócrata de Estados Unidos. En estas acusaciones se unen los miembros del partido republicano y todos los demócratas, entre ellos, Clinton y Barack Obama. Los partidarios de Trump han notado que la amenaza rusa se está utilizando para desviar la atención del contenido de estos correos, que demostrarían la falsificación de las primarias demócratas a favor de Hillary Clinton.
El "escándalo ruso" demuestra que, por un lado, la tesis de la normalización de las relaciones con Rusia, a pesar de la propaganda, ha llegano a ser popular en la sociedad estadounidense. Es poco probable que Donald Trump hiciera en su campaña unas declaraciones que no fueran apoyadas por la población. Por otro lado, Trump es un realista duro, al igual que Putin, y no es pro-ruso, sino un político pro-estadounidense, y por lo tanto, la mejora de las relaciones con Rusia se corresponde con los intereses nacionales. Trump nunca hubiera hecho estas declaraciones sin que eso jugara a su favor.
Otra cosa es que su comprensión de los intereses nacionales estadounidenses es fundamentalmente diferente del consenso entre las elites globalistas americanas dominantes. Para Trump, los Estados Unidos no son la fuente del reforjamiento global liberal mundial, sino el poder nacional, que maximiza los beneficios de un modo tan eficiente, como cualquier proyecto comercial. Y es en términos de maximizar los beneficios de la interacción de los Estados Unidos y de los estadounidenses comunes con Putin y Rusia en el ámbito de la lucha contra el terrorismo, y evitando el deslizamiento de los dos países hacia una guerra mundial, lo que es una prioridad, por encima de la promocion de la democracia y de la lucha contra los "regímenes autoritarios".